La lepra es una enfermedad infecciosa producida por el Mycobacterium leprae que se caracteriza por lesiones ulcerosas en la piel que producen deformación, daño respiratorio y cerebral a nivel de los nervios (falta de sensibilidad) y debilidad.
Tratada a tiempo, es una enfermedad con un período de incubación prolongado, difícilmente contagiosa (debería ser un contacto directo y prolongado), que se puede curar y se evita la discapacidad. Existen 2 tipos de lepra: la lepromatosa que es la que se presenta como la más severa y la tuberculoide, ambas forman úlceras.
Los síntomas pueden ser:
- Manchas o lesiones en la piel con pérdida de sensibilidad, con o sin nódulos
- Engrosamiento de la piel
- Dolor espontáneo en los nervios periféricos
- Adormecimiento
- Debilidad de los músculos
- Entre los más comunes
El tratamiento de la lepra abarca los siguientes pasos:
Se basa en la administración de varios medicamentos simultáneamente como DDS (diaminofenilsulfona), clofazimina y rifampicina. Lo que se da es un bacteriostático que inhibe el crecimiento de la bacteria, en este caso la rifampicina, y los bactericidas para que maten a las bacterias que están produciendo la enfermedad. Para controlar la inflamación y el dolor se pueden recetar algún analgésico como la aspirina (ácido acetil salicílico) o la prednisona (corticoide).
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