El lupus es una enfermedad crónica, desconocida por la mayoría de la población (e incluso por algunos profesionales de la salud). Sin embargo, esta patología afecta a un alto porcentaje de personas.
El lupus es una enfermedad autoinmune. Esto significa que el sistema inmune de aquellos individuo que padecen esta enfermedad, pierde su capacidad para reconocer lo propio (células y tejidos del organismo), de lo ajeno al organismo (antígenos), por lo tanto produce sustancias que atacan al propio organismo (anticuerpos), destruyéndolo, causando dolor e inflamación.
Las afecciones más comunes en el lupus son las de la piel, la sangre, los riñones y las articulaciones, aunque los autoanticuerpos producidos, son capaces de atacar cualquier parte del organismo.
La importancia del diagnóstico temprano
Las personas que padecen lupus, en su mayoría, pasan entre 3 y 6 años en ser diagnosticadas. Existen casos en los que el diagnóstico lleva hasta 10 años de estudios. Esto sucede porque sus síntomas pueden ser fácilmente confundidos con los de otras patologías (en especial, las reumáticas).
En otros casos, el lupus se manifiesta de modo parcial, lo cual puede dificultar el diagnóstico definitivo.
Esta enfermedad no se cura. Sin embargo, se trata y se controla durante toda la vida. Su diagnóstico temprano es fundamental, para evitar serios inconvenientes que puede causar esta enfermedad sin tratamiento. En estos casos, puede devenir alguna discapacidad y hasta ponerse en riesgo la vida del paciente.
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