El infarto agudo de miocardio (también conocido como IAM) se produce cuando, por alguna razón, el corazón recibe una perfusión sanguínea insuficiente, con su consecuente daño tisular.
Las arterias coronarias (derecha e izquierda) son las encargadas de irrigar al músculo cardíaco. Cuando una de estas arterias se obstruye, se produce la llamada “isquemia” (falta de riego sanguíneo en una zona determinada). Si la circulación no se restablece rápidamente, ese tejido, desprovisto de riego, sufrirá necrosis (muerte), es decir, un infarto.
Muchas veces el riego sanguíneo sólo está disminuido, o bien, se restablece rápidamente. Esto ocurre en las llamadas “anginas de pecho”, en las cuales no existe muerte tisular.
El infarto agudo de miocardio es la causa principal de muerte en todo el mundo, tanto en hombres, como en mujeres. Es importante conocer sus factores de riesgo, para llevar un control regular, disminuyendo así la posibilidad de que se produzca un infarto.
Factores de riesgo
Como factor de riesgo principal se encuentran la aterosclerosis y cualquier enfermedad que afecte a las arterias coronarias.
Los antecedentes, como por ejemplo, haber sufrido una angina de pecho, o un infarto previo, también son factores de riesgo, que predisponen al paciente a sufrir un nuevo infarto.
Por último, la obesidad, el estrés, o los hábitos como el tabaquismo y el alcoholismo, aumentan las probabilidades de sufrir un IAM.
Es importante que ante cualquier factor de riesgo, consulte a un especialista para prevenir este cuadro.
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