La tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de los vasos sanguíneos (más específicamente, de las arterias). Esta tensión (o presión), en condiciones normales, se encuentra dentro de un rango de valores determinados.
Existen diferentes situaciones en las cuales la tensión arterial puede excederse por encima de los valores denominados standards, haciéndose presente de esta manera la llamada hipertensión arterial (una tensión más elevada de lo normal).
La tensión arterial está compuesta por dos valores: la tensión arterial sistólica (comúnmente llamada “máxima”) y la tensión arterial diastólica (o “mínima”).
Para un adulto joven, en condiciones normales, los valores de tensión arterial son de 80 mmHg, para la tensión diastólica; y 120 mmHg, para la sistólica.
Generalmente la hipertensión se diagnostica cuando los valores de tensión arterial son iguales o mayores a 90 mmHg, para la tensión diastólica; y 140 mmHg, para la sistólica.
Causas y consecuencias
Las causas de hipertensión pueden ser agrupadas en los siguientes grupos:
- Trastornos renales.
- Trastornos en los vasos sanguíneos.
- Retención de líquidos y sal.
- Trastornos hormonales.
Si bien la tensión arterial puede ser controlada, llevándola a sus valores standards, en los casos en que la hipertensión no se controla, las consecuencias pueden ser las siguientes:
- Enfermedad renal.
- Trastornos en la visión.
- Insuficiencia cardíaca.
- Ataque cardíaco.
- Accidente cerebrovascular (ACV).
- Aneurisma aórtico.
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