La enfermedad celíaca es una patología caracterizada por la alteración en la estructura del intestino delgado, a causa de la intolerancia a una proteína denominada gluten, más específicamente a uno de sus componentes, llamado gliadina.
Aquellas personas que poseen antecedentes familiares de enfermedad celíaca, son más propensas a desarrollar la enfermedad que el resto de la población, ya que se trata de una patología que se transmite de una generación a otra.
Los celíacos tienen una absorción defectuosa de nutrientes (hidratos de carbono, proteínas, lípidos, vitaminas y minerales), causada básicamente por la atrofia que presentan en las vellosidades del intestino delgado. Esta mala absorción mejora con la supresión de la ingesta de gluten.
En los pacientes celíacos, la gliadina produce una destrucción de las vellosidades intestinales, que tienen la función de absorción de nutrientes. Por lo tanto, si un celíaco consume alimentos con gluten, sufrirá de desnutrición (causada por el defecto en la absorción de nutrientes), a pesar de que su alimentación sea balanceada.
La dieta celíaca
La gliadina está presente en alimentos como el trigo, la avena, la cebada y el centeno, por lo que aquellos pacientes que sufren de esta patología, deben evitarlos.
La dieta celíaca se basa en el consumo de proteínas (excepto el gluten), vitaminas y minerales. El consumo de grasas debe ser reducido.
Entre los alimentos permitidos de la dieta celíaca figuran las carnes, leche, yogures, pescados, huevos, frutas, verduras, maíz, arroz, legumbres, miel, manteca, aceites y frutos secos.
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