Se denomina deshidratación a un estado corporal en el cual la cantidad de agua en el organismo es inferior a la normal. Este estado puede ser leve, moderado o grave, dependiendo del porcentaje de líquido faltante en el cuerpo.
El organismo es un complejo sistema que se haya autorregulado en un estado de homeostasis, en el cual cada sustancia se encuentra en un porcentaje óptimo. Cuando, por alguna razón, cualquiera de los componentes corporales se encuentra en defecto (o en exceso), la homeostasis se altera, deviniendo un estado de desequilibrio que va a tener sus repercusiones sobre el cuerpo.
Las causas de la deshidratación son básicamente dos. La primera, es el hecho de no ingerir suficiente líquido. La segunda, es debida a una pérdida excesiva de líquido. Estas causas también pueden coexistir.
El hecho de ingerir una cantidad de líquido insuficiente, puede tener su origen en irritaciones en la garganta, úlceras bucales, náuseas o pérdida del apetito (por ejemplo, a causa de una enfermedad).
La pérdida excesiva de líquido puede darse por un estado febril, sudoración en exceso, vómitos, diarrea o un excesivo gasto urinario (esto puede suceder en personas diabéticas que no se controlan, o bien, en aquellos pacientes que usan diuréticos).
Consecuencias de la deshidratación
La gravedad de las consecuencias, dependerán de la severidad del caso, llegando a consecuencias como la muerte en casos de deshidratación grave.
Otras consecuencias son: confusión, vértigo, mareos, piel reseca, desgano, ausencia de lágrimas, hundimiento de los ojos y taquicardia, entre otras.
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